¡¡TAH!! ¡¡TRHUOT, TOH!! No recuerdo más.
Yo estaba con los muchachos. Algo no andaba bien, algo había en el aire. Y de pronto ese ruido como de dos rocas golpeándose, y me dormí de inmediato. Lo último que recuerdo es sentirme caer como una bolsa. Sólo queda ese sonido en mi memoria, y el de algo azotándose en el suelo que seguramente fue mi cabeza. Si no fuera por este dolor en el cuello, el chichón y el brazalete podría creer que todo fue producto de mi imaginación.
Mis amigos me cuentan que con los ruidos simplemente huyeron despavoridos. Eran ruidos muy extraños que no habíamos escuchado antes. No puedo culparlos, huir ante el peligro está en nuestros genes. Además, habíamos escuchado muchas historias como ésta, que aunque no creíamos que fueran ciertas de pronto las sentimos tan reales como si las hubiéramos vivido. Claro, hasta que no le pasa a uno mismo cree que todos se lo inventan, que son cuentos. Cuando le contemos estas historias a nuestros hijos pensarán lo mismo de nosotros, seguro.
Pasaron un par de minutos para que ellos se juntaran nuevamente en un lugar seguro y notaran mi ausencia. Sólo Aron tuvo las agallas para volver a buscarme. Los demás... no puedo decir nada, quizás yo tampoco hubiera vuelto.
Aron me cuenta que me halló en el suelo. Yo recuerdo su voz muy a lo lejos diciendo "debemos volar, están aquí, por favor despierta", pero cuando desperté ya era demasiado tarde, nos habían capturado a ambos.
Sedaron a Aron, y yo me hice el que seguía dormido para ver si me daban la oportunidad de huir. Pero eran muchos y mucho más grandes que nosotros. Eran unos gigantes que medían más de veinte veces lo que nosotros. No paraban de hacer ruido, se veían muy apurados aunque se movían lentamente. Al primero que analizaron fue a Aron, lo midieron, le sacaron plumas, le enterraron algo en el ala, fue horrible, pensé que nos torturarían hasta matarnos. Uno de ellos advirtió que me había despertado y me enterró una lanza pequeña en mi ala, y sentí lo mismo que antes, como si me durmiera de golpe.
Y luego despertamos solos, con la mirada vigilante de uno de ellos. A Aron le gusta decir que nos escapamos, pero realmente nos vigilaron en todo momento y estoy seguro que nos dejaron ir cuando ellos quisieron.
Y esa es la historia de los brazaletes de Aron y el mío. Siempre pensé que las abducciones por los seres humanos eran mentiras. Más aún, pensé que ni siquiera existían y que todo era un invento de algunos que querían destacar.
Pero créeme, experimentan con nosotros, quizás cuantas cosas hicieron cuando me volvieron a dormir. Quizás nos estén vigilando en este momento...
Excelente!
ResponderEliminarGracias maestro :-)
ResponderEliminar¡Gran juego de realidades! ¡¡¡Felicitaciones, Ramrebol!!!
ResponderEliminar