2 oct 2014

El niño que murió de viejo

Nunca dejó de soñar,
aunque cada vez sus sueños se volvían más inalcanzables.

Rió a carcajadas cada vez que pudo.
Nunca dejó de sorprenderse.
Nunca se privó de abrazar apretado a quien quiso.

Cambió de amigos constantemente
para no dejar de jugar.

No dejó de mentir aunque la realidad contrastara con los hechos,
pero fue sincero con sus sentimientos.

A sus 70 años murió feliz.
Nunca se enteró cuándo debía dejar de ser feliz.